LOS JAUA
LIBANESES EN APURE
(Dedicado a la
afectísima Misia Corina Mattar de
Ramos, en sus 94 años de edad)
Argenis
Méndez Echenique
Biruaca, 24/10/2014
Finalizando el siglo
XIX llegó un numeroso contingente de inmigrantes extranjeros a Venezuela, que, luego
de una corta estada en Caracas, se trasladaron al interior del país, buscando
lugares más atractivos para sus actividades. Es la época de la explotación de
la pluma de garza (“Oro Blanco”) en
los Llanos, por lo que algunos de ellos (alemanes, franceses, italianos,
españoles, canarios, colombianos, chinos, árabes…), van a probar fortuna al Apure,
estableciéndose, principalmente, en las poblaciones ribereñas (la principal vía
de comunicación de la época era la fluvial, a través del Apure y el Arauca,
afluentes del Orinoco).
Entre los árabes
que vienen al Apure, la mayoría sirio-libaneses (súbditos de la “Sublime
Puerta”, por lo que se les llamaba “turcos”),
se cuentan apellidos (algunos castellanizados) como Abraham, Abunassar Bezara, Buaiz, Camel, Cecín, Damas,
Dumith, Fagre, Fares, Gracia, Jaua, Lattuf, López, Mattar, Medina, Morales, Raidi, Ramos, Rujana,
Yapur, Zoppi, Zraid (Aray), que hoy se
confunden con los más criollos del medio venezolano.
Los Jaua
A comienzos del
XX, llegó a La Guaira, procedente del Líbano, Don José Jaua, acompañado de tres
hijos varones: Elías, Jorge y Nicolás Jaua, estableciéndose en la región de Barlovento
(Río Chico e Higuerote), donde, con tesonera labor, logra cierta holgura económica,
que le permite volver a su tierra y
regresar, al poco tiempo, acompañado de
su esposa, Doña Neife.
A ellos llegan noticias
de las grandes posibilidades comerciales que ofrece el Apure. Así, Jorge y
Nicolás deciden dirigirse al Llano. Ya en San Fernando, observan que la mejor
ubicación para sus negocios está en El Yagual, de estratégica posición
geográfica, que les permitiría controlar el comercio de todo el Cajón del
Arauca. Allí se establecen y relacionan
con casas importadoras y exportadores de Ciudad Bolívar, Caracas y las Antillas,
como la H. Blohm, alemana. Todo un éxito.
Para afianzar su prestigio social, contraen matrimonio con damas de la
sociedad local.
Jorge enlaza con
Francisca (“Panchita”) Martínez
Prada, hija de Don Indalecio Martínez, comerciante de la plaza, nativo del
Tinaco, en Cojedes, y Doña Ana Rafaela Prada, de Guachara y ascendencia
trujillana. El matrimonio Jaua – Martínez va a procrear una numerosa prole:
Ronald, Jorge, Edgar, Rogelio, Zenaida,
Sobeida, Neife, José Nicolás y José Eduardo. Nicolás, por su lado, contrae
matrimonio con Mercedes Fernández Stürüp, de ascendencia materna escandinava y
de la élite social llanera. Ella, nativa de Guayabal, Guárico, era cuñada de
don José Garbi Sánchez, hatero lugareño. Esta unión (Jaua – Fernández) no
procreó hijos. Pero siempre existió un fuerte apego afectivo entre los hermanos
Jaua y todas las decisiones las tomaban en conjunto.
Los negocios
iban “viento en popa”, permitiéndoles
incursionar en los años 30 hacia la capital del Estado, donde fundan dos
firmas comerciales, el Almacén “La
Creación” y “Jaua &Co”. El establecimiento
de El Yagual lo venden, hacia 1938, a Don Julio R. Utrera Arévalo, originario
de San Sebastián de los Reyes, Aragua.
La quiebra de la Bolsa de Nueva York comenzaba a hacer sentir sus estragos en
la economía llanera: ya escaseaban los barcos y muchos insumos.
Lo inesperado:
fallece Don José Jaua, el padre. Los hijos menores (Jorge y Nicolás) trasladan
a la madre, Neife, al Apure, donde fallece el día 12 de Octubre de 1940,
reposando sus restos en el viejo cementerio de Jobalito, en San Fernando.
Los Jaua Martínez
crecen y estudian. En sus ratos de ocio participan en actividades sociales y
deportivas: Ronald y Jorge (“Coporito”) integran uno de los equipos
de béisbol de prestigio: el “Cayaurima”,
que dominicalmente enfrenta a “Los Llaneros” y otros equipos locales, en el viejo stadium de “Jobalito”...
Luego, en los años 50, la familia se
trasladó a Caracas, donde incrementan sus relaciones sociales y comerciales;
los hijos se profesionalizan y entroncan con distintas familias de la sociedad
venezolana.
Desconocemos el
momento de la desaparición física de los hermanos Jaua (Jorge y Nicolás); pero
cuando fallece doña Francisca Martínez de Jaua, rodeada de hijos y nietos, en
Caracas, el 27 de Junio de 1993, ambos eran ya difuntos.
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