BOVES, CALABOZO Y APURE
PONENCIA EN ENCUENTRO DE HISTORIADORES
Y CRONISTAS EN CALABOZO, ESTADO GUÁRICO
Septiembre 15 y 16 de 2012
Argenis Méndez Echenique
Biruaca,
Apure, Septiembre de 2012
“Era la
cólera del cielo que fulminaba rayos contra la Patria”. Simón
Bolívar
(Dávila, Vicente. Investigaciones Históricas. 1955: II, 174).
”…un
centauro relampagueante de ardor bélico…”
(Valdivieso Montaño, A, José Tomás Boves. 1955: 13).
El pronunciamiento del Llano por el
movimiento independentista contra el Imperio Español comienza en Venezuela por
la Provincia de Barinas, en cuya capital, la ciudad de Barinas, el cabildo
levanta la respectiva Acta de Adhesión a la Junta Suprema de Caracas, el día 5
de Mayo de 1810. Apure, que para ese momento formaba parte de esta entidad
político – territorial, lo va a hacer casi de inmediato, conducido por el
Comandante de la plaza de San Fernando, Coronel de Ingenieros Pedro Aldao,
caraqueño y no español peninsular como señalan algunos historiadores.
Al primer Congreso Nacional de Venezuela, que
se instala en Caracas, el 02 de Marzo de 1811, va a enviar Apure tres diputados:
los presbíteros Ramón Ignacio Méndez, por Guasdualito, y Juan Nepomuceno
Quintana, por Achaguas, más el Doctor Cristóbal Hurtado de Mendoza, por San
Fernando, quien al pasar a integrar el Triunvirato Ejecutivo y convertirse en
el Primer Presidente de Venezuela, es reemplazado por el español peninsular José
de Sata y Bussy como representante. El lapso conocido en nuestra historia como
Primera República (1811 – 1812) es de relativa tranquilidad en los Llanos, pues
los acontecimientos patrios de relevancia suceden lejos de estas tierras.
La reacción armada realista contra la
Independencia, encabezada por Domingo Monteverde, se va a sentir en Apure es
solo a finales de 1812, cuando San Fernando es tomado a sangre y fuego por
tropas venidas de Guayana. Luego, a comienzos de 1813, esta plaza va a ser
ocupada por José Yañez, que la convierte en su cuartel general; de aquí van a
partir sus incursiones hacia el Alto Apure, Barinas y Portuguesa. Así, este
jefe realista participa en la persecución y captura del “Diablo” Antonio Nicolás Briceño, en las cercanías de Guasdualito, y
lo remite a Barinas, donde es juzgado y condenado a muerte, siendo ajusticiado
el mismo día que Bolívar, El Libertador, firmaba en Trujillo el “Decreto de Guerra a Muerte” (15 de Junio
de 1813).
Al ser derrotado y muerto el tristemente
famoso Yañez, va a ser reemplazado en la ocupación de San Fernando por el coronel
realista Sebastián de la Calzada, hasta 1818, cuando es reconquistada la ciudad
por los patriotas al mando del General Páez, que a los pocos meses vuelve a
poder de los realistas, al caer en manos del “Pacificador” Pablo Morillo. Allí convalece Morales en 1820 de una
herida recibida en combate.
San Fernando va a volver a manos patriotas después de la segunda batalla de Carabobo
(1821). Las heroicas hazañas del Centauro en Apure (Mata de la Miel, Mantecal,
El Yagual, Achaguas, Mucuritas, Paso del Diamante y Queseras del Medio, entre
otras) tienen como escenario el territorio apureño, pero lejos de San Fernando.
Simón Bolívar va a visitar esta ciudad en 1818 (del 29 de Abril al 24 de Mayo),
convaleciente de algunos trastornos de salud, pero no volverá más nunca a poner
sus pies en la misma.
Apure es escenario de numerosos hechos
relevantes, entre ellos la campaña de liberación de Nueva Granada, que fue
decidida en una asamblea de guerra, con llaneros venidos de los cuatro puntos cardinales,
en la aldea de Setenta, cerca de
Mantecal, el 23 de Mayo de 1819 (fecha nuestra para conmemorar el “Día del Llanero”); y, también, es de
tomar en cuenta que los aportes logísticos y la decidida participación de la
gente de Apure en Carabobo fue clave
para el triunfo republicano.
Como es de observar, la figura de Boves no
perturbó de ninguna manera la paz apureña, aun cuando no hubiese sido extraño
que visitase a San Fernando, debido a su cercanía a Guayabal, cuartel general
de las tropas boveras (apenas a 12 kilómetros de distancia); pero si circuló un
corrido, atribuido al patriota calaboceño Gil Antonio Parpacén (1814), que en una
parte de su texto alude a su presencia en Apure, y que he tenido el
atrevimiento de tomar de una ponencia que presentó Don Felipe Hernández,
Cronista de Valle de la Pascua, en el XI Congreso Nacional de Historia Regional y
Local, realizado en San Juan de los Morros en Noviembre de 2011,
con patrocinio de la Universidad Rómulo Gallegos (”Aportes históricos sobre el pronunciamientos
de los cabildos y los pueblos del Guárico a favor de la causa patriota”); la misma dice:
II
Boves huyó
del cantón
del pueblo de Guasdualito,
se vino hacia Palmarito
corriendo sin ton ni son.
En la fugaz retirada
doscientos mató el asturiano
y donde quiera un osario
dejó su temible espada.
Yo quisiera preguntar
por las muertes que estoy viendo.
Si doscientos mató huyendo
¿Cuántos mató al atacar?
del pueblo de Guasdualito,
se vino hacia Palmarito
corriendo sin ton ni son.
En la fugaz retirada
doscientos mató el asturiano
y donde quiera un osario
dejó su temible espada.
Yo quisiera preguntar
por las muertes que estoy viendo.
Si doscientos mató huyendo
¿Cuántos mató al atacar?
pertenecía a la Provincia de Caracas, hasta la quinta década del siglo XIX, en tiempos de la República Oligárquica de Páez. Durante este período en su suelo y en sus llanos se escenificaron permanentes combates, siendo uno de sus principales protagonistas el “calaboceño por adopción” José Tomás Boves.
Nos
informa Don Felipe que los primeros pronunciamientos por la independencia se
produjeron en las poblaciones de Calabozo y Chaguaramas: “A escasos días de la
firma de la Declaración de Independencia en Caracas, el 5 de julio de 1811, el
Cabildo de la Villa de Todos los Santos de Calabozo procedió de forma idéntica
[a Caracas]…” Luego viene la guerra, con sus desastrosas consecuencias.
Boves,
que inicialmente fue partidario de la independencia; pero acusado
injustamente en Calabozo de conspirar
contra la República por un fiscal que quería quedarse con sus bienes, siendo
vilipendiado, apaleado y encarcelado, juró vengarse de la afrenta, y así cuando
Antoñanza lo libera se incorpora a su ejército.
El
intelectual venezolano Lovera de Sola, al analizar la obra literaria de
Francisco Herrera Luque, y especialmente la novela “Boves, el Urogallo”, nos da una excelente semblanza del personaje:
“Al trazar el perfil de Boves refiere el
novelista la ausencia del padre en su vida, muerto cuando el hijo era un niño
de cinco años y la siempre presencia de la madre a quien Boves reverenció,
protegió y sostuvo, ella recibió una pensión del Rey una vez muerto él en
Úrica.
Siempre deseó Boves, nos dice
el narrador, haber tenido un padre “afectuoso y fuerte, sabio y
protector”(p.166), ¿sería esta la razón del afecto que sintió por Eusebio
Antoñazas (c1770-1813)?, el iniciador de la Guerra a Muerte, con quien se
encontró en Calabozo, después del 21 de Mayo de 1812, este pudo ser el padre
que nunca tuvo. Aquel era un monstruo, como lo sería él, había cometido ya
entonces, cuando se toparon durante la guerra numerosas atrocidades. En este
sentido más figura paterna puede haber sido el padre José Ambrosio Llamozas
(17??-1837), capellán de su ejército, quizá al único que escuchó, aunque en
verdad tampoco le hizo caso.
Llegó Boves a Venezuela,
oficial de la marina española, muy joven, a los quince años. Vivió en Puerto
Cabello, estuvo preso por delitos de contrabando y luego fue confinado a los
llanos. Allí comenzó a prosperar como comerciante. Por ello leemos: “Entre
tanto, los negocios del asturiano seguían prosperando…El antiguo presidiario se
había convertido en una especie de cónsul ad-honorem de la república
independiente de Guayabal… Por eso, cuando llegaron los acontecimientos que
pusieron fin al gobierno español en la provincia, José Tomás Boves era sin
duda, el hombre más importante de los llanos orientales si su compadre Pedro
Zaraza (1775-1825), llamado Taita Cordillera, no le hubiese tomado la
delantera”.
Declarada la Independencia
Boves se sumó a los patriotas. Fue rechazado por los Mantuanos, fue hecho
preso. Quizá, supone Herrera Luque con buen sentido, fue el castigo con azotes
que le mandaron a dar los mantuano fueron los que desataron la insania que
había contenida en él...
Es desde el momento de la
humillación que se reveló el asesino vesánico, el resentido, el hombre lleno de
odios. De allí la serie de reflexiones que suscita en el lector de Boves,
el Urogallo la ferocidad de sus acciones.
Boves llega a pensar, recordando las observaciones de su Capellán: “La
aristocracia de la sangre, le ha dicho el padre Llamozas, somete a duras penas
a los que triunfan por su propio esfuerzo. Si no pueden destruirlos los
incorporan a su seno y los ponen a su servicio. Tu todavía eres un pichón de
caudillo; tratan de destruirte, por consiguiente…Cuando los destruyas tú a
ellos habrás hecho la revolución… ¿Representaba él una revolución?. Cuando veía
a sus negros y zambos bailar en rededor suyo, se sentía cómodo entre ellos,
pero no parte de ellos. Tenía por sus hombres la espléndida complacencia del
criador ante la bestia bella. Hay hombres que se quedan entre las bestias sin
que quiera decir que se les ha igualado, tan solo se han apartado de sus
semejantes…¿Son semejantes los criollos y los otros blancos de Calabozo? Boves
no atinaba a responderse. Tan solo pensaba, con obsesión dolorosa, en la traición
de Vicente Berroterán”...
Berroterán era un personaje de
ficción creado por el psiquiatra escritor.
“Tal la convulsión interna
que vivía que se preguntaba: “José Tomás Boves era español., ¿era por eso que
se sentía incapaz de traicionar? Pero, a la su vez, se preguntaba: ¿Soy
español?...Apenas tenía 15 años cuando salió de Gijón en aquella fragata”. Pero
la guerra lo transforma, hace aflorar lo más negro que hay dentro de él, “Hace
cinco meses que salió de la ciudad que tantas penas y venturas le ha deparado.
El tiempo y la guerra lo han cambiado. Ahora ni el mismo se reconoce. Se ha
tornado feral y despiadado. No hace prisioneros”. “Boves… a los 31 años tiene
la edad indefinida de los caudillos”, ya está con él, aquel 1813, Francisco
Tomas Morales (c1781-1845), un hombre tan tortuoso como él…”
La
guerra de liberación está en pleno apogeo y es así como los pueblos del Guárico
no escaparon a la cuchilla goda y la insaciable sed de sangre de Boves; al
respecto su capellán, el presbítero calaboceño José Ambrosio Llamozas expone crudamente
la realidad: “…en los campos de batalla y en los pueblos pacíficos se cometieron
por su orden horrores de los que hay pocos ejemplares…”. En Calabozo, Boves
se había incorporado con Antoñanzas al ejército de Monteverde.
“Cuando Boves se reveló como “cruel e
inhumano”, al decir de [Regente José Francisco] Heredia, fue en Julio de 1812 en la toma de San Juan de los Morros, con
Antoñanzas y Zuazola…” (Valdivieso Montaño, 1955: 167).
En enero
de 1813, al ser nombrado Antoñanzas gobernador militar de Cumaná, Boves fue designado Comandante General de
Calabozo, mereciendo elogiosos comentarios sobre su capacidad de liderazgo: “Aquel tremendo caudillo realista, cruel e
inhumano, poseía condiciones militares, bravura, sobriedad y desinterés, pues
murió pobre” (Ramón Armando Rodríguez, 1957: 107).
Años más
tarde, al Morillo hablar de la catadura de los llaneros de Páez, que antes
habían seguido a Boves, expresa su pésima opinión sobre los mismos: “Los
rebeldes de Apure y del Arauca, gente feroz y perezosa, que aun en los tiempos
de paz han errado en caravanas por la inmensa extensión de las llanuras,
robando y saqueando los hatos y las poblaciones inmediatas, han encontrado en la guerra una ocasión muy
favorable para vivir conforme a sus
deseos e inclinaciones” (Vallenilla Lanz, 1983: 67).
“El Comandante General Bobes (sic) desde el
principio de la campaña manifestó el sistema que se había propuesto y del cual
jamás se separó: fundábase en la destrucción de todos los blancos, conservando,
contemplando y halagando a las demás castas como resulta de los hechos
siguientes: En el Guayabal poco después de la batalla de Mosquiteros declaró la
muerte a todos los blancos y los ejecutó constantemente hasta el pueblo de San
Mateo. Por consecuencia de esta resolución hizo matar en Calabozo 87 blancos que
pudo aprender…”
El
texto de este famoso documento, conocido históricamente como “Bando de Guayabal” es bastante
explícito; incluso hay quien lo ha presentado como un vago antecedente de reforma agraria en Venezuela, previo a los
decretos del Libertador sobre distribución de Haberes Militares para los
llaneros de Apure. Juan Uslar Pietri nos ofrece una versión modernizada del
mismo (1972: 98 – 99) :
“Don José Tomás Boves, Comandante en Jefe del Ejército de Barcelona, etc.
Por la presente doy comisión al capitán José Rufino Torrealba para que pueda reunir cuanta gente sea útil para el servicio, y puesto a la cabeza de ellos pueda perseguir a todo traidor y castigarlo con el último suplicio; en la inteligencia que sólo un creo (sic) se le dará para que encomiende su alma al Creador, previendo que los intereses que se recojan de estos traidores serán repartidos entre los soldados que defiendan la justa y santa causa, y el mérito a que cada individuo se haga acreedor será recomendado al señor Comandante General de la Provincia. Y pido y encargo a los comandantes de las tropas del Rey le auxilien en todo lo que sea necesario.
Cuartel General del Guayabal, Noviembre 1° de 1813.
José Tomás Boves”
Boves hace despertar los verdaderos
sentimientos del pueblo, reprimidos por tanto tiempo, en contra de sus opresores
mantuanos. De aquí que Juan Uslar Pietri (Ob. Cit.) exponga que: “La rebelión
popular en Venezuela en 1814 no fue un simple acontecimiento local, natural en
la lucha. Sino el suceso social de más envergadura que registra la historia de
la emancipación americana [...] Aquellas insurreccionadas montoneras que iban
saqueando y matando blancos, cometiendo sacrilegios en las iglesias,
ensangrentando altares, no podían ser jamás realistas, ni representantes del
orden y la religión [...] era [...] para satisfacer sus odios de clase, para
realizar la libertad social que anhelaban”.
Vallenilla Lanz, citando una carta de
Morales a Morillo, en 1816, donde este trata de explicarle el liderazgo de
Boves, le comenta: “Tuvo la fortuna D. José Tomás Boves de penetrar los
sentimientos de éstos [llaneros] y adquirir un predominio sobre
ellos, por aquella simpatía, o, como suele decirse, por un no sé qué, que suele sobresalir en las
acciones de un hombre y hacerle dueño de sus semejantes… Los soldados lo
adoraban y le temían, y entraban en las acciones con la confianza de que su
valor y denuedo había de sacarlos victoriosos” (1983: 58). “Boves fue, sencillamente un llanero, tan llanero
como si hubiese nacido en el Guárico o el Apure, pues es bien sabido “la facilidad con que el hombre se adapta a
la vida nómade, cuyo atractivo es mayor para las naturalezas inferiores”
(Ob.cit.: 56).
Su fama fue tanta que quedó sembrada en la
mente del pueblo y así se encuentran algunos topónimos relacionados con su
nombre:
1-
El “Cerro
de Boves”, en Las Mercedes, Guárico. Es una pequeña colina de menos de 300
de altitud sobre el nivel del mar, donde Boves hizo ajusticiar a varios
prisioneros patriotas.
2-
La “Casa de Boves”, en Villa
de Cura, Aragua, donde se alojaba cuando regresaba de sus correrías. Hoy está
en ruinas. Raro que en Calabozo, tan apegados a la tradición, no exista una
reliquia parecida.
Así mismo
existen varias leyendas relacionadas con su persona :
1
Se le
atribuye a Boves la muerte de Juan Nicolás Ochoa, alias “Guardajumo” (1806). Indio guamo, nativo de San Felipe, Yaracuy
(1766 – 1767). Este personaje “asoló por
más de doce años a los llanos guariqueños, creando una especie de mito sobre la
invulnerabilidad de su persona. Los Jueces de Llanos, Justicias y Comisiones
destacados en su búsqueda, ya fuera por el temor que inspiraba, por cobardía o
por desidia, nunca podían apresarlo” (Castillo Lara, Lucas Guillermo. 1975:
398). No se conoce mucho sobre la posible relación de “”Guardajumo” con Boves.
Lo único cierto es que si antes existía entre los llaneros la sentencia “Más malo que “Guardajumo”, luego se adoptó la de “Más malo que Boves”.
Leyenda del Tesoro de Boves. Se dice
que Boves, después de librar varias batallas victoriosas en el oriente del
país, llevó consigo un tesoro que robó en Cumaná cuando tomó aquella ciudad. En
vista de que debía continuar la campaña contra los patriotas y combatir en Urica, enterró el tesoro con la
ayuda de un esclavo y seis de sus soldados en un valle llamado Los Pacas, al sureste de
San Antonio de Capayacuar. Cuando el tesoro ya estaba semienterrado, Boves y su
esclavo dieron muerte a los soldados y luego Boves mató al esclavo con el fin
de no dejar testigos. Según cuentan, Boves dijo: “Sus espíritus guardarán de que el oro y las alhajas no sean
desenterradas por ningún otro”. Boves murió de un lanzazo en la batalla de
Urica y jamás se localizó el tesoro. Se dice que un jinete sobre un caballo
negro lo resguarda. Sólo perdura la leyenda y un misterioso cofre de hierro
labrado donde se dice que Boves llevaba las alhajas y el oro, el cual se
encuentra en el Museo Colonial de San Antonio de Capayacuar.
CORRIDOS: Aun cuando el corrido de Gil Antonio Parpacén (Calabozo, 1814) está
dedicado a “Guardajumo”, supuestamente, contiene alusiones directas a Boves,
como vimos en otra parte de este escrito.
Un tema de nuestro interés es
lo relacionado con la muerte de Boves.
Boves murió en Urica, el 5 de Diciembre de 1814, combatiendo a los patriotas.
La población de Urica está ubicada en el actual Estado Anzoátegui, Venezuela. Fue por las aguas del río Úrica y el río Amana.
Existen varias versiones de
la muerte de Boves; a continuación ofrecemos algunas de ellas:
BETANCOURT M, Fidel (2010: II, 196).
“Se dijo entonces,
que Zaraza había alanceado a Boves, que un soldado había aprovechado llegarles
cerca y lo alanceó y fue el soldado rematado por un bovero… lo que es de
creer, porque no hubo quien se adjudicara este muerto con certeza. Además, se
aseguró que Boves no cayó muerto, que
fue recogido y llevado a un lugar y que aquí lo remató Morales quien fue a
verlo… porque necesitaba su muerte para sucederlo en el mando y que por eso lo
apuñaleó así moribundo… Lo cierto fue que sin romperse del todo la Zaraza,
porque no murió Zaraza, se rompió la Bovera…”
BLANCO FOMBONA, Rufino (2006: 145).
“El primero
de todos, Boves, gran violador y asesino de mujeres después de mancillarlas.
Primus inter pares”.
Nota de Pie de Página
N° 15: “La muerte de este monstruo, según la tradición, no se debe, tal vez, a
otro motivo. El teratológico Boves forzó personalmente en Calabozo a una
hermosa niña de quince años en presencia de su padre don Antonio Bravante y del
hermano de la doncella así deshonrada. Ambrosio Bravante, el hermano, pudo escapar, y se alistó en las
caballerías patriotas comandadas por el general Zaraza. En la batalla de Urica,
en el entrevero del combate, buscó el cuerpo a cuerpo con el atrevido jefe, y
lo traspasó con su lanza repetidas veces, dejándolo muerto y cayendo él mismo
acuchillando por los secuaces del astur”.
En otra parte del texto (p. 195) dice este autor que “generalizado el combate, echa [el general José
Félix Rivas] sobre el ala derecha del enemigo, sus escuadrones de Rompelíneas
al mando de Zaraza, que acuchillan, envuelven y dispersan a los llaneros de
Boves. Este vuela en persona a reforzar su ala derecha y una lanza de Zaraza lo
saca de la silla zarandeándolo en el aire y dejándolo muerto”.
CHALBAUD ZERPA, Carlos (2011: 246).
“Cuéntase
que en aquella batalla, Boves comandaba personalmente, con gran arrojo, el ala
izquierda de su caballería, cuando cayó del caballo, herido por un oscuro
soldado del escuadrón del Coronel Zaraza.
Habiendo
sabido Morales, su lugarteniente, que el jefe asturiano se hallaba herido, se
dirigió al lugar donde yacía y cubriéndolo con una ruana lo acabó de matar.
Morales que estaba altamente resentido con Boves y que aspiraba al mando
exclusivo de las tropas, ocultó la muerte del caudillo, hasta que se aseguró la
comandancia absoluta del ejército.
Tanto para
los españoles como para los patriotas derrotados, la muerte de Boves era un
alivio (…). Audaz y valiente, indisciplinado y autoritario como era, hubiese
tratado de establecer un gobierno propio apoyado por las multitudes que le
seguían. El pacificador Morillo tenía instrucciones precisas de la Corona de
rescatar la autoridad que había perdido el General Juan Manuel Cajigal. Si
Boves no se plegaba hubiese sido fusilado por rebelión”.
DÍAZ, José Domingo (2011: 254).
“Principió la batalla, poniéndose Boves frente de su irresistible escuadrón de
carabineros, y arrojándose sobre las filas enemigas, cayó muerto del caballo,
atravesado el corazón con una lanza. Así en los campos de Urica pereció el
hombre más valiente del mundo entero, el más desinteresado de todos los
hombres, el que en todas sus acciones no tuvo más objeto que el servicio de
S.M. y el castigo de sus enemigos, el terror de Bolívar y de toda la sedición y
uno de los europeos más dignos por estos caracteres de este nombre
inapreciable”.
MONAGAS,
José Tadeo.
“Formada nuestra tropa en estado de batirse,
marchamos de frente y cuando ya sufríamos un duro fuego de cañón y fusilería,
mandó el general Ribas que sus tropas hicieran fuego, y ya encendido el combate
ordenó que los dos cuerpos Rompelíneas cargaran el ala derecha del enemigo, lo
que ejecutamos de una manera decisiva, porque al momento fueron todos muertos o
dispersos. Cuando Boves vio que su fuerte columna era envuelta, salió de su
centro precipitadamente, muriendo también en este glorioso choque. El
resto del ejército enemigo, es decir, centro izquierda, cargó nuestra línea
envolviéndola de modo que fuimos
completamente derrotados” (MEMORIAS DEL GENERAL MONAGAS. B.A.N.H. N° 109). Pérez
Tenreiro, 1994: 324).
USLAR PIETRI, Juan. Recoge tres versiones sobre la muerte de Boves, atribuyéndola a tres
personajes diferentes: al General Andrés Rojas, de Maturín, una; la otra alude
al General Pedro Zaraza. La tercera, tomada de Francisco Javier Yanez le da la
autoría a Francisco Tomás Morales, el segundo de Boves(Nota de pie de página: “Por algunos realistas se supo que habiendo
sabido Morales la caída de Boves, se dirigió al lugar y cubriéndolo con su
ruana le acabó de matar, haciendo saber después de la batalla que había ido a ejecutar
una acción de suma importancia; Morales se hallaba altamente resentido de Boves
y aspiraba al mando exclusivo del Ejército” (Historia de Venezuela. Tomo I, pág.
215).
VALDIVIESO MONTAÑO, A. (1955: 155). Trae una versión poco conocida: Boves
murió de un lanzazo que le dio un soldado del General Pedro Zaraza, llamado
Pedro Martínez.
ACTA DE DEFUNCIÓN DE BOVES.
-
"Don Josef Ambrosio Llamozas.
Dignidad de Tesorero de esta Santa Iglesia Metropolitana, caballero de la Orden
Americana de Isabel la Católica, condecorado por S. M. el Rey de los franceses
con la Flor de Lis. Como Vicario y Capellán primero que fui del Exército de S.
M. en Barlovento, certifico en debida forma que el señor don Josef Thomas
Boves, Coronel de los Reales Exércitos y Comandante general de aquella
División, falleció en la acción que dimos en las inmediaciones de Urica, a
primeros de diciembre de 1814, cuyo cadáver conduje yo mismo del campo de
batalla, en compañía de Andrés Tomé, Juan Esteban Relazques (sic) y don José Sánchez
Correa; y le di sepultura en el primer tramo de la iglesia parroquial del
pueblo de Urica. Y para que conste, lo firmo en esta ciudad de Caracas, a 4
dé diciembre de 1816". (USLAR PIETRIS, Juan, 1972: 185 – 186).
Dos detalles llaman
nuestra atención: uno es el que este documento esté fechado en Caracas y no en
Urica; y el otro es la fecha: dos años después del fallecimiento de Boves: 4 de
Diciembre de 1816. ¿Cuáles son las razones de ello?.
Las
presunciones contra Morales surgen debido a que este señor hace levantar un Acta
de la reunión que se dio en Urica, al morir Boves (Acta de Urica, Diciembre 05 de 1814), y se hace nombrar Comandante
General de Barlovento, el cargo que
detentaba Boves para el momento de su muerte, “sin dependencia alguna del
Capitán General de Venezuela,
Cagigal” y hace ajusticiar a siete oficiales realistas que eran partidarios
de reconocer la autoridad del Capitán General y envía sus cabezas a las
autoridades de Caracas, para intimidarlos; pero la llegada de Morillo y su
Ejercito Pacificador le trastornó los planes.
ACTA DE DEFUNCIÓN DE SIETE OFICIALES
REALISTAS AJUSTICIADOS POR MORALES (Caracas, 13/12/1814).
“En la ciudad de Caracas, a los 13
días del mes de diciembre de 1814, de orden del señor Provisor Vicario General
de este Arzobispado, Doctor don Rafael de Escalona, consecuente al que por
disposición del Gobierno le hizo D. Juan Nepomuceno Quero, di sepultura
eclesiástica en el Cementerio de esta Santa Iglesia a siete cabezas de
otros tantos sujetos que en calidad de reos fueron decapitados en el Oriente
por sentencia de D. Francisco Tomás Morales, Comandante General de aquél
ejército por muerte de su primero el Señor D. José Tomás Boves y remitidas a
ésta como lo certifico. Antonio González, Cura Rector del Sagrario de la Santa
Iglesia Metropolitana”. (Duarte Level, citado por
Valdivieso Montaño, 1955: 159. Nota N° 77).
Tumba de Boves en Urica
LA SEPULTURA DE BOVES.
Tradicionalmente se ha tenido que Boves
murió en la batalla de Urica, en el actual Estado Anzoátegui, y que fue
sepultado en predios de la Iglesia Parroquial de este pueblo. Esto, sustentado
en testimonios de personajes contemporáneos y protagonistas de la lucha por la
Independencia Nacional; tal es el caso del
Pbro. José Félix Blanco (citado por Valdivieso Montaño, 1955: 159):
“Recogido el cuerpo del jefe occiso, se le dio sepultura con pomposas
honras fúnebres en el altar mayor de la Iglesia de Urica, donde aún reposan sus
cenizas, y días después se tributaron funerales a su memoria en CALABOZO, su
segunda patria puede decirse, y en Caracas. En las exequias de Maiquetía
pronunció la oración panegirista el Presbítero Juan Antonio Rojas Queipo,
exaltando sus hechos al extremo de aseverar que “Boves había desafiado a
Bolívar a que lidiase mano a mano con él”.
Sin
embargo,
recientemente (julio 2012), el historiador Antonio Herrera – Vaillant, Presidente del
Instituto Venezolano de Genealogía, publicó un artículo en la Revista DESAFÍO DE LA HISTORIA (N° 36), asomando
la posibilidad de que José Tomás Boves estuviese sepultado en San Fernando de
Apure, siendo refutado, con valederos argumentos, por Oldman Botello, Cronista
de Maracay.
Tesis de ANTONIO HERRERA VAILLANT: Basado en un Acta de
los Funerales de Boves en San Fernando de Apure (Primer Libro de Defunciones.
folio 101,que al margen tiene una leyenda: “Honras
de D. José Tomás Boves”). El texto del Acta reproducido por el señor
Herrera Vaillant es el siguiente:
“En diez y seis de enero de mil
ochocientos quince años, Yo, fray Joaquín María de Málaga, predicador misionero
apostólico y cura de esta villa real de San Fernando de Apure hice las honras [subrayado nuestro. AME] al señor Comandante
General don José Tomás Boves, que murió en la acción de Urica. Ingresó la
fábrica ocho reales de la seña, doce reales del incensario, ocho reales de la
tumba, y veinte y cuatro velas. Doy fe. Fray Joaquín María de Málaga”.
La tesis de
Oldman Botello, bastante valedera, habla de los distintos actos fúnebres que se
realizaron a la memoria de Boves en distintas partes de Venezuela y del Llano. Alude así mismo a la
ausencia de alguna referencia a que fue “sepultado”, como sucedió con otras
actas contenidas en el mismo libro de registros. Aquí aprovecho para hacer una
pequeña acotación: Hubo dos sacerdotes que cumplieron su acción evangélica en
San Fernando de Apure y que tenían nombres parecidos: Fray José María de
Málaga, quien cubrió la vacante dejada al morir por Fray Buenaventura de
Benaocaz, uno de los fundadores de la ciudad (desde Mayo de 1797 a Octubre de
1810 y de Abril a Septiembre de 1813), y que atendió a Alejandro de Humboldt
cuando éste visitó la región en 1800. Y el otro, Fray Joaquín de Málaga (cura
párroco desde Diciembre de 1813 hasta Septiembre de 1819), quien firma el Acta
de los Funerales de Boves y el Acta de Defunción de los ajusticiados en San
Fernando (Agosto de 1815).
AJUSTICIADOS
SEGUIDORES DE BOVES EN SAN FERNANDO DE
APURE (Agosto de 1815).
Una vez muerto
Boves, muchas de sus tropas quedaron a la deriva, por cuanto no aceptaban como
jefe a Morales y, fundamentalmente, por cuanto al llegar a Venezuela el
Ejército Expedicionario de Don Pablo Morillo muchos oficiales criollos, pardos,
mulatos y negros que las formaban, fueron desplazados de sus mandos y sustituidos
por europeos.
Es así como para Junio de 1815
llega a San Fernando de Apure un contingente llanero (unos 400 jinetes)
comandado por el Capitán Alberto González, de las huestes llaneras de Boves. La
ciudad estaba ocupada por las tropas realistas desde la época de Yañez y
estaban al mando del Coronel español Sebastián de la Calzada. Las fuerzas de
Calzada estaban integradas por los batallones “Numancia” y “Sagunto”, más
diversos cuerpos de caballería.
Aprovechando la salida de
este jefe, en Julio de ese año, a aplacar un movimiento sedicioso en Barinas,
el día 03 de Agosto se alza en armas el Capitán González y somete a las
autoridades civiles y militares realistas que controlaban la ciudad. Pero no
contaba con las tropas llegadas desde Angostura y que no habían desembarcadas
todavía de las flecheras que los trajeron. Su comandante, al conocer del motín,
procedió a tomar las medidas
convenientes y logró someter a los sublevados. Al regresar Calzada a San
Fernando, los sediciosos fueron sometidos a juicio y doce de los principales
jefes fueron condenados a muerte y ejecutados.
Siguiendo al historiador apureño José
Manuel Sánchez Osto, localizamos el Acta
de Defunción de los ajusticiados, aun cuando dice desconocer los personajes
y el motivo del sacrificio (Laya, 1980: 112). Este documento
dice a la letra:
“En 25
de agosto de 1815, yo, Joaquín de Málaga, Predicador, Misionero Apostólico y
Cura de esta Villa Real de San Fernando de Apure, di sepultura eclesiástica
en cuarto tramo, con oficio menor cantado, a los reos que por sentencia
fueron pasados por las armas en esta villa, llamados Alberto González, Francisco
Mirabal, José Antonio Girón, José Tobar (sic),Fernando Farfán, José Antonio
Ochoa, Manuel Sánchez, Eusebio Quintana, dos hermanos llamados Galanes y
Pascual Bailón, a todos los cuales enterré de limosna y recibieron los santos
sacramentos y viático. Doi fe. Joaquín de Málaga”.
Sánchez Osto informa que el otro
implicado en el alzamiento, Martín Arana,
“…fue conducido preso a la Gobernación de Barinas, por disposición del
Comandante General de la Quinta División, don Sebastián de la Calzada, para
ampliarle el proceso, debido a las dudas que hay en cuanto a su complicidad o
no en el atentado dirigido por dicho Capitán González”
Otro tema relacionado con Boves es el de LA ISLA DE ARICHUNA, en el río Apure. El caso es como sigue: en
reciente manuscrito el Dr. Leopoldo González Gamarra (Agosto 2010), eminente
intelectual de prosapia arichunera, explica algunas características y ubicación
de la famosa Isla de Arichuna:
“El Apure, después de San Fernando – vía ,
Arichuna, en su margen izquierda, a la altura de un paraje conocido como El
Chinal (próximo a Arichuna, abrió también hace miles de años un curso de agua
que pasando frente a Mangas Coberas (Guárico), recorre aproximadamente 150
kilómetros y desemboca en el mismo Apure, en un sitio llamado el Picacho de
Manatí, formando de paso la sempiterna (sic) ISLA DE ARICHUNA y no Apurito como
falsamente se le ha venido llamando. En consecuencia, toda la isla de Arichuna
pertenece al hoy Estado Apure y es jurisdicción de la Parroquia Peñalver, cuya
capital es ARICHUNA, perteneciente al Municipio San Fernando…”
El asunto es que Boves en sus correrías por el país,
cometiendo innumerables crímenes, tropelías y desafueros, al tomar los pueblos
decretaba el saqueo, con todas las consecuencias negativas para la población
como es de imaginar: robos, violaciones, muertes…, sin respetar sexos, color,
edades ni los lugares sagrados donde se hubiesen refugiado (no respetaban las
iglesias). Generalmente, los hombres blancos, patriotas o seguidores del rey,
eran los sacrificados.
Las mujeres eran sometidas a
los mayores vejámenes y luego, las que lograban salvar la vida en ese momento,
eran enviadas a la ISLA DE ARICHUNA, especie de campo de concentración creado
por el sanguinario asturiano en esta inhóspita ínsula del río Apure, para
mantener cautivas a todas las mujeres blancas que lograba capturar. Muchas
fueron las heroínas anónimas que sembraron sus huesos en ese lugar, para
entonces, plagado de fieras e innumerables incomodidades.
Según la tradición, oral y
recogida en algunos textos, allí fue a dar con su maltrecha humanidad, una
hermana del Mariscal Antonio José de Sucre en 1814, Magdalena Sucre, después
que Boves atacó y se apoderó de la ciudad de Cumaná, matando y secuestrando a
todas las féminas que cayeron en sus criminales manos. No existe precisión en
el número y nombres de las víctimas parientes del héroe de Ayacucho (en algunos
textos se alude a dos hermanas Sucre), pero sí hay suficientes referencias
históricas sobre el lugar de reclusión: la isla de Arichuna, en el río Apure.
Así, don Alfonso Rumazo
González, historiador ecuatoriano residenciado y fallecido en Venezuela, dice
en prólogo a la obra que recoge algunos Documentos Selectos de Antonio José de
Sucre (1993, Biblioteca Ayacucho): “Entre
los jefes enemigos había uno, supersanguinario; el español José Tomás Boves.
Logró, en 1814, apoderarse de la ciudad de Cumaná y decidió ejemplarizar.
En su informe al Rey, el padre
José Ambrosio de las Llamozas, vicario de las tropas de Boves, expresó: “Boves ordenó a sus soldados matar a cuanto
hombre encontraran; y lo ejecutaron hasta entrando varios a caballo dentro de
la iglesia parroquial buscando a los que en ella se habían refugiado, para
matarlos, como lo realizaron con más de quinientos”. Iban de casa en casa,
asesinando. La residencia de la familia SUCRE fue violada. La madrastra, Narcisa
Márquez Alcalá y dos hermanas de Sucre, que se habían escondido, fueron
descubiertas y apresadas; después de ofenderlas, las enviaron a la Isla de Arichuna”.
Más adelante, el acucioso investigador
ecuatoriano informa: “A consecuencia de
este sistema han desaparecido los blancos. En Cumaná solo han quedado 5 u 8 del
país y aún una gran porción de señoras fueron presas y remitidas a Caracas
para ser conducidas después a la desierta Isla de Arichuna” (p. 250).
Ese criminal suceso acaeció en
Cumaná, pero también en otros lugares de Venezuela, asolados por Boves. El
padre Llamozas, nativo de Calabozo y al servicio de las tropas realistas, en su
aterrorizado Memorial al Rey de España
(1815), alude así mismo a las tropelías cometidas por Boves en su pueblo natal:
“…en el Guayabal, poco después de la
batalla de Mosquiteros, declaró la muerte a todos los blancos y lo ejecutó
constantemente hasta el pueblo de San Mateo. Por consecuencia de esta
resolución hizo matar en Calabozo 87 blancos que pudo aprehender y dejó
lista de otros 32 para el mismo efecto y orden a la salida de esta villa, a su
comandante militar, para que hiciese matar a todo hombre blanco que allí
llegase y que LAS MUJERES BLANCAS
DE CALABOZO y pueblos inmediatos fuesen remitidas a la isla de Arichuna,
como se ejecutó, repartiendo las casas y bienes de los muertos y de las
desterradas entre los pardos y dándoles papeletas de propiedad”.
Otra referencia puede leerse
en el libro Historia de la Rebelión
Popular de 1814, de Juan Uslar Pietri, citado por el Dr. González Gamarra en el
mencionado manuscrito: “El escritor e historiador
Juan Uslar Pietri, en su libro “La Rebelión de 1814” le dedica a esta isla de
Arichuna, un capítulo de extraordinaria importancia. Afirma Uslar que a esta
Isla de Arichuna, Boves, desde 1813, enviaba a las esposas y familiares
femeninas de los heroicos patriotas fusilados en Calabozo. La vía escogida era:
Calabozo – Cazorla – el paraje de Mangas Coberas (hasta aquí Guárico) y luego
al atravesar el brazo del Apure antes nombrado, dejaban a las víctimas en la
Isla de Arichuna. Muchas fueron devoradas por las fieras, pues abundaba mucho
el tigre, otras pocas lograban salvarse al lograr llegar sanas y salvas al
pueblito hospitalario y tranquilo de Arichuna”.
“Esta versión de Uslar –según el Dr.
González Gamarra- es sustentada por los
bisabuelos de este autor, según lo sostenían las tías, casi todas nacidas
durante el régimen de Guzmán Blanco”.
Así culmino mi escrito de
aproximación al tema sobre Boves, Calabozo y Apure. Es posible que se consigan
más informaciones al respecto.
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