BOVES, CALABOZO Y APURE
PONENCIA EN ENCUENTRO DE HISTORIADORES
Y CRONISTAS EN CALABOZO, ESTADO GUÁRICO
Septiembre 15 y 16 de 2012
Argenis Méndez Echenique
Biruaca,
Apure, Septiembre de 2012
“Era la
cólera del cielo que fulminaba rayos contra la Patria”. Simón
Bolívar
(Dávila, Vicente. Investigaciones Históricas. 1955: II, 174).
”…un
centauro relampagueante de ardor bélico…”
(Valdivieso Montaño, A, José Tomás Boves. 1955: 13).
El pronunciamiento del Llano por el
movimiento independentista contra el Imperio Español comienza en Venezuela por
la Provincia de Barinas, en cuya capital, la ciudad de Barinas, el cabildo
levanta la respectiva Acta de Adhesión a la Junta Suprema de Caracas, el día 5
de Mayo de 1810. Apure, que para ese momento formaba parte de esta entidad
político – territorial, lo va a hacer casi de inmediato, conducido por el
Comandante de la plaza de San Fernando, Coronel de Ingenieros Pedro Aldao,
caraqueño y no español peninsular como señalan algunos historiadores.
Al primer Congreso Nacional de Venezuela, que
se instala en Caracas, el 02 de Marzo de 1811, va a enviar Apure tres diputados:
los presbíteros Ramón Ignacio Méndez, por Guasdualito, y Juan Nepomuceno
Quintana, por Achaguas, más el Doctor Cristóbal Hurtado de Mendoza, por San
Fernando, quien al pasar a integrar el Triunvirato Ejecutivo y convertirse en
el Primer Presidente de Venezuela, es reemplazado por el español peninsular José
de Sata y Bussy como representante. El lapso conocido en nuestra historia como
Primera República (1811 – 1812) es de relativa tranquilidad en los Llanos, pues
los acontecimientos patrios de relevancia suceden lejos de estas tierras.
La reacción armada realista contra la
Independencia, encabezada por Domingo Monteverde, se va a sentir en Apure es
solo a finales de 1812, cuando San Fernando es tomado a sangre y fuego por
tropas venidas de Guayana. Luego, a comienzos de 1813, esta plaza va a ser
ocupada por José Yañez, que la convierte en su cuartel general; de aquí van a
partir sus incursiones hacia el Alto Apure, Barinas y Portuguesa. Así, este
jefe realista participa en la persecución y captura del “Diablo” Antonio Nicolás Briceño, en las cercanías de Guasdualito, y
lo remite a Barinas, donde es juzgado y condenado a muerte, siendo ajusticiado
el mismo día que Bolívar, El Libertador, firmaba en Trujillo el “Decreto de Guerra a Muerte” (15 de Junio
de 1813).
Al ser derrotado y muerto el tristemente
famoso Yañez, va a ser reemplazado en la ocupación de San Fernando por el coronel
realista Sebastián de la Calzada, hasta 1818, cuando es reconquistada la ciudad
por los patriotas al mando del General Páez, que a los pocos meses vuelve a
poder de los realistas, al caer en manos del “Pacificador” Pablo Morillo. Allí convalece Morales en 1820 de una
herida recibida en combate.
San Fernando va a volver a manos patriotas después de la segunda batalla de Carabobo
(1821). Las heroicas hazañas del Centauro en Apure (Mata de la Miel, Mantecal,
El Yagual, Achaguas, Mucuritas, Paso del Diamante y Queseras del Medio, entre
otras) tienen como escenario el territorio apureño, pero lejos de San Fernando.
Simón Bolívar va a visitar esta ciudad en 1818 (del 29 de Abril al 24 de Mayo),
convaleciente de algunos trastornos de salud, pero no volverá más nunca a poner
sus pies en la misma.
Apure es escenario de numerosos hechos
relevantes, entre ellos la campaña de liberación de Nueva Granada, que fue
decidida en una asamblea de guerra, con llaneros venidos de los cuatro puntos cardinales,
en la aldea de Setenta, cerca de
Mantecal, el 23 de Mayo de 1819 (fecha nuestra para conmemorar el “Día del Llanero”); y, también, es de
tomar en cuenta que los aportes logísticos y la decidida participación de la
gente de Apure en Carabobo fue clave
para el triunfo republicano.
Como es de observar, la figura de Boves no
perturbó de ninguna manera la paz apureña, aun cuando no hubiese sido extraño
que visitase a San Fernando, debido a su cercanía a Guayabal, cuartel general
de las tropas boveras (apenas a 12 kilómetros de distancia); pero si circuló un
corrido, atribuido al patriota calaboceño Gil Antonio Parpacén (1814), que en una
parte de su texto alude a su presencia en Apure, y que he tenido el
atrevimiento de tomar de una ponencia que presentó Don Felipe Hernández,
Cronista de Valle de la Pascua, en el XI Congreso Nacional de Historia Regional y
Local, realizado en San Juan de los Morros en Noviembre de 2011,
con patrocinio de la Universidad Rómulo Gallegos (”Aportes históricos sobre el pronunciamientos
de los cabildos y los pueblos del Guárico a favor de la causa patriota”); la misma dice:
II
Boves huyó
del cantón
del pueblo
de Guasdualito,
se vino
hacia Palmarito
corriendo
sin ton ni son.
En la fugaz
retirada
doscientos
mató el asturiano
y donde
quiera un osario
dejó su
temible espada.
Yo quisiera
preguntar
por las
muertes que estoy viendo.
Si
doscientos mató huyendo
¿Cuántos mató al
atacar?
Ahora, aludiendo al
Guárico,
encontramos que esta región, desde la época colonial española
pertenecía a la
Provincia de Caracas, hasta la quinta década del siglo XIX, en tiempos de la
República Oligárquica de Páez. Durante este período en su suelo y en sus llanos
se escenificaron permanentes combates, siendo uno de sus principales
protagonistas el “calaboceño por
adopción” José Tomás Boves.
Nos
informa Don Felipe que los primeros pronunciamientos por la independencia se
produjeron en las poblaciones de Calabozo y Chaguaramas: “A escasos días de la
firma de la Declaración de Independencia en Caracas, el 5 de julio de 1811, el
Cabildo de la Villa de Todos los Santos de Calabozo procedió de forma idéntica
[a Caracas]…” Luego viene la guerra, con sus desastrosas consecuencias.
Boves,
que inicialmente fue partidario de la independencia; pero acusado
injustamente en Calabozo de conspirar
contra la República por un fiscal que quería quedarse con sus bienes, siendo
vilipendiado, apaleado y encarcelado, juró vengarse de la afrenta, y así cuando
Antoñanza lo libera se incorpora a su ejército.
El
intelectual venezolano Lovera de Sola, al analizar la obra literaria de
Francisco Herrera Luque, y especialmente la novela “Boves, el Urogallo”, nos da una excelente semblanza del personaje:
“Al trazar el perfil de Boves refiere el
novelista la ausencia del padre en su vida, muerto cuando el hijo era un niño
de cinco años y la siempre presencia de la madre a quien Boves reverenció,
protegió y sostuvo, ella recibió una pensión del Rey una vez muerto él en
Úrica.
Siempre deseó Boves, nos dice
el narrador, haber tenido un padre “afectuoso y fuerte, sabio y
protector”(p.166), ¿sería esta la razón del afecto que sintió por Eusebio
Antoñazas (c1770-1813)?, el iniciador de la Guerra a Muerte, con quien se
encontró en Calabozo, después del 21 de Mayo de 1812, este pudo ser el padre
que nunca tuvo. Aquel era un monstruo, como lo sería él, había cometido ya
entonces, cuando se toparon durante la guerra numerosas atrocidades. En este
sentido más figura paterna puede haber sido el padre José Ambrosio Llamozas
(17??-1837), capellán de su ejército, quizá al único que escuchó, aunque en
verdad tampoco le hizo caso.
Llegó Boves a Venezuela,
oficial de la marina española, muy joven, a los quince años. Vivió en Puerto
Cabello, estuvo preso por delitos de contrabando y luego fue confinado a los
llanos. Allí comenzó a prosperar como comerciante. Por ello leemos: “Entre
tanto, los negocios del asturiano seguían prosperando…El antiguo presidiario se
había convertido en una especie de cónsul ad-honorem de la república
independiente de Guayabal… Por eso, cuando llegaron los acontecimientos que
pusieron fin al gobierno español en la provincia, José Tomás Boves era sin
duda, el hombre más importante de los llanos orientales si su compadre Pedro
Zaraza (1775-1825), llamado Taita Cordillera, no le hubiese tomado la
delantera”.
Declarada la Independencia
Boves se sumó a los patriotas. Fue rechazado por los Mantuanos, fue hecho
preso. Quizá, supone Herrera Luque con buen sentido, fue el castigo con azotes
que le mandaron a dar los mantuano fueron los que desataron la insania que
había contenida en él...
Es desde el momento de la
humillación que se reveló el asesino vesánico, el resentido, el hombre lleno de
odios. De allí la serie de reflexiones que suscita en el lector de Boves,
el Urogallo la ferocidad de sus acciones.
Boves llega a pensar, recordando las observaciones de su Capellán: “La
aristocracia de la sangre, le ha dicho el padre Llamozas, somete a duras penas
a los que triunfan por su propio esfuerzo. Si no pueden destruirlos los
incorporan a su seno y los ponen a su servicio. Tu todavía eres un pichón de
caudillo; tratan de destruirte, por consiguiente…Cuando los destruyas tú a
ellos habrás hecho la revolución… ¿Representaba él una revolución?. Cuando veía
a sus negros y zambos bailar en rededor suyo, se sentía cómodo entre ellos,
pero no parte de ellos. Tenía por sus hombres la espléndida complacencia del
criador ante la bestia bella. Hay hombres que se quedan entre las bestias sin
que quiera decir que se les ha igualado, tan solo se han apartado de sus
semejantes…¿Son semejantes los criollos y los otros blancos de Calabozo? Boves
no atinaba a responderse. Tan solo pensaba, con obsesión dolorosa, en la traición
de Vicente Berroterán”...
Berroterán era un personaje de
ficción creado por el psiquiatra escritor.
“Tal la convulsión interna
que vivía que se preguntaba: “José Tomás Boves era español., ¿era por eso que
se sentía incapaz de traicionar? Pero, a la su vez, se preguntaba: ¿Soy
español?...Apenas tenía 15 años cuando salió de Gijón en aquella fragata”. Pero
la guerra lo transforma, hace aflorar lo más negro que hay dentro de él, “Hace
cinco meses que salió de la ciudad que tantas penas y venturas le ha deparado.
El tiempo y la guerra lo han cambiado. Ahora ni el mismo se reconoce. Se ha
tornado feral y despiadado. No hace prisioneros”. “Boves… a los 31 años tiene
la edad indefinida de los caudillos”, ya está con él, aquel 1813, Francisco
Tomas Morales (c1781-1845), un hombre tan tortuoso como él…”
La
guerra de liberación está en pleno apogeo y es así como los pueblos del Guárico
no escaparon a la cuchilla goda y la insaciable sed de sangre de Boves; al
respecto su capellán, el presbítero calaboceño José Ambrosio Llamozas expone crudamente
la realidad: “…en los campos de batalla y en los pueblos pacíficos se cometieron
por su orden horrores de los que hay pocos ejemplares…”. En Calabozo, Boves
se había incorporado con Antoñanzas al ejército de Monteverde.
“Cuando Boves se reveló como “cruel e
inhumano”, al decir de [Regente José Francisco] Heredia, fue en Julio de 1812 en la toma de San Juan de los Morros, con
Antoñanzas y Zuazola…” (Valdivieso Montaño, 1955: 167).
En enero
de 1813, al ser nombrado Antoñanzas gobernador militar de Cumaná, Boves fue designado Comandante General de
Calabozo, mereciendo elogiosos comentarios sobre su capacidad de liderazgo: “Aquel tremendo caudillo realista, cruel e
inhumano, poseía condiciones militares, bravura, sobriedad y desinterés, pues
murió pobre” (Ramón Armando Rodríguez, 1957: 107).
Años más
tarde, al Morillo hablar de la catadura de los llaneros de Páez, que antes
habían seguido a Boves, expresa su pésima opinión sobre los mismos: “Los
rebeldes de Apure y del Arauca, gente feroz y perezosa, que aun en los tiempos
de paz han errado en caravanas por la inmensa extensión de las llanuras,
robando y saqueando los hatos y las poblaciones inmediatas, han encontrado en la guerra una ocasión muy
favorable para vivir conforme a sus
deseos e inclinaciones” (Vallenilla Lanz, 1983: 67).
“El Comandante General Bobes (sic) desde el
principio de la campaña manifestó el sistema que se había propuesto y del cual
jamás se separó: fundábase en la destrucción de todos los blancos, conservando,
contemplando y halagando a las demás castas como resulta de los hechos
siguientes: En el Guayabal poco después de la batalla de Mosquiteros declaró la
muerte a todos los blancos y los ejecutó constantemente hasta el pueblo de San
Mateo. Por consecuencia de esta resolución hizo matar en Calabozo 87 blancos que
pudo aprender…”
El
texto de este famoso documento, conocido históricamente como “Bando de Guayabal” es bastante
explícito; incluso hay quien lo ha presentado como un vago antecedente de reforma agraria en Venezuela, previo a los
decretos del Libertador sobre distribución de Haberes Militares para los
llaneros de Apure. Juan Uslar Pietri nos ofrece una versión modernizada del
mismo (1972: 98 – 99) :
“Don José Tomás Boves,
Comandante en Jefe del Ejército de Barcelona, etc.
Por la presente doy comisión al capitán José Rufino Torrealba para que
pueda reunir cuanta gente sea útil para el servicio, y puesto a la cabeza de
ellos pueda perseguir a todo traidor y castigarlo con el último suplicio; en la
inteligencia que sólo un creo (sic) se le dará para que encomiende su alma al
Creador, previendo que los intereses que se recojan de estos traidores serán
repartidos entre los soldados que defiendan la justa y santa causa, y el mérito
a que cada individuo se haga acreedor será recomendado al señor Comandante
General de la Provincia. Y pido y encargo a los comandantes de las tropas del
Rey le auxilien en todo lo que sea
necesario.
Cuartel General del Guayabal,
Noviembre 1° de 1813.
José Tomás Boves”
Boves hace despertar los verdaderos
sentimientos del pueblo, reprimidos por tanto tiempo, en contra de sus opresores
mantuanos. De aquí que Juan Uslar Pietri (Ob. Cit.) exponga que: “La rebelión
popular en Venezuela en 1814 no fue un simple acontecimiento local, natural en
la lucha. Sino el suceso social de más envergadura que registra la historia de
la emancipación americana [...] Aquellas insurreccionadas montoneras que iban
saqueando y matando blancos, cometiendo sacrilegios en las iglesias,
ensangrentando altares, no podían ser jamás realistas, ni representantes del
orden y la religión [...] era [...] para satisfacer sus odios de clase, para
realizar la libertad social que anhelaban”.
Vallenilla Lanz, citando una carta de
Morales a Morillo, en 1816, donde este trata de explicarle el liderazgo de
Boves, le comenta: “Tuvo la fortuna D. José Tomás Boves de penetrar los
sentimientos de éstos [llaneros] y adquirir un predominio sobre
ellos, por aquella simpatía, o, como suele decirse, por un no sé qué, que suele sobresalir en las
acciones de un hombre y hacerle dueño de sus semejantes… Los soldados lo
adoraban y le temían, y entraban en las acciones con la confianza de que su
valor y denuedo había de sacarlos victoriosos” (1983: 58). “Boves fue, sencillamente un llanero, tan llanero
como si hubiese nacido en el Guárico o el Apure, pues es bien sabido “la facilidad con que el hombre se adapta a
la vida nómade, cuyo atractivo es mayor para las naturalezas inferiores”
(Ob.cit.: 56).
Su fama fue tanta que quedó sembrada en la
mente del pueblo y así se encuentran algunos topónimos relacionados con su
nombre:
1-
El “Cerro
de Boves”, en Las Mercedes, Guárico. Es una pequeña colina de menos de 300
de altitud sobre el nivel del mar, donde Boves hizo ajusticiar a varios
prisioneros patriotas.
2-
La “Casa de Boves”, en Villa
de Cura, Aragua, donde se alojaba cuando regresaba de sus correrías. Hoy está
en ruinas. Raro que en Calabozo, tan apegados a la tradición, no exista una
reliquia parecida.
Así mismo
existen varias leyendas relacionadas con su persona :