25 de diciembre de 2014

Ejidos de El Yagual



     

ACTA DE LA MENSURA Y DESLINDE DE LOS TERRENOS EJIDOS DE EL YAGUAL
(19 DE MAYO DE 1917).





JUNTA COMUNAL DEL MUNICIPIO EL YAGUAL, DISTRITO ACHAGUAS, ESTADO APURE.



 Hoy, diez y nueve de mayo de mil novecientos diez y siete, se procedió a la mensura y deslinde de los terrenos ejidos del Municipio El Yagual, con vista de los títulos de propiedad otorgados a favor del Ejecutivo del Estado Apure por los señores Doctor José Manuel Sánchez Osto, Carlos Elías Windevoxhel, Genaro Hernández, Trifón Segovia  Peña y Ramona /Segovia/ de Fernández con la autorización de su marido Hilario Fernández P.,  los cuales asistieron a la mensura y deslinde, asistiendo también los señores  José María Fernández,  actual Jefe Civil del Municipio,  Indalecio Martínez, Natalio López, José Antonio Morales,  Pompilio Pisani, Eduardo Bustos, Ambrosio Vázquez Cobos, Luis María Ascanio,  Ramón E. Núñez, Rafael Mirabal, Pablo Villasana, Francisco  Prada  y el Agrimensor Público  Doctor  Pedro Vicente Bolívar,  comisionado por el  Ejecutivo del Estado para la mensura de los Ejidos.  Terminado el acto dio el siguiente resultado: el total de la superficie mensurada es de mil quinientas noventa y dos hectáreas y cincuenta y seis áreas;  correspondiendo en la ribera derecha del río Arauca novecientas treinta y siete hectáreas y cincuenta áreas alinderadas así:  Por el  Norte,  el río Arauca desde un botalón que se colocó como á doscientos metros al Poniente frente de la boca del caño “Caujarito” aguas abajo hasta otro que se situó al frente del sitio llamado “Santa Marta”;  por el  Naciente,  una línea recta que sale de este punto con rumbo Norte – Sur  franco y, a los tres mil metros,  llega  al caño  “El Garzón”, donde se fijó un botalón, pasando antes por el extremo occidental de la laguna de “Los Patos”; por el Sur,  el caño  “El Garzón” aguas arriba hasta un botalón que se fijó en la parte occidental de “El Bucaral”; y al Poniente,  una línea recta que sale de este último punto con ocho grados centesimales Noroeste y muere en el río Arauca al Oeste del frente de la boca de “Caujarito”.  En la ribera izquierda, seiscientas cincuenta y cinco hectáreas y seis áreas alinderadas así:  por el Norte,  una línea quebrada con dos vértices, uno de ellos en un botalón situado a sesenta metros al norte del monumento  erigido a la memoria de los héroes de El Yagual y el otro en un botalón de “Santa  Marcelina” distantes entre si mil ochocientos treinta metros y colocados en una recta que forma un ángulo de cinco grados Oeste Norte con la Norte Sur magnética.  Del vértice de “Santa Marcelina” sale una recta con rumbo cinco grados Oeste Norte y mil ochocientos metros de longitud en cuyo extremo se fijó un botalón; esta recta deslinda los Ejidos del fundo denominado “Los Araguatos”.   Del vértice que está junto al monumento otra recta que sale al Este con veinte grados al Norte y mil cuatrocientos treinta y un metros de longitud en cuyo extremo se fijó un botalón; esta recta deslinda los Ejidos del fundo denominado  “Santa Marcelina”;  por el Este,  una recta que sale de este botalón con cuatro y medio grados Suroeste y termina en el río Arauca,   doscientos cincuenta metros al Naciente del botalón que se fijó en la ribera derecha frente a “Santa Marta”;  por el Sur, el río Arauca aguas arriba hasta las inmediaciones de la boca del caño “Caujarito” donde está un merecure;  y  por el Occidente,  una recta que sale de este último punto al Norte franco y va a morir al botalón que se fijó en el extremo de la recta que deslinda a los Ejidos del fundo “Los Araguatos”.  Terminada la presente acta se les leyó a los presentes quienes la encontraron conforme y firman.-  El Presidente de la Junta Comunal, J.M. Sánchez Osto.-  El Jefe Civil,  J.M. Fernández.-  El Agrimensor,  P.V. Bolívar.-  Indalecio Martínez.-  Eduardo Bustos.-  L.M. Ascanio.-  José A. Morales.-  Ramón E. Núñez.-  Pablo Villasana.-  A. Vásquez Cobos.-  Rafael Mirabal.- Francisco A. Prada.-

21 de diciembre de 2014

Boves, Calabozo y Apure




 BOVES, CALABOZO Y APURE

PONENCIA EN ENCUENTRO DE HISTORIADORES Y CRONISTAS EN CALABOZO, ESTADO GUÁRICO

 Septiembre 15 y 16 de 2012


Argenis Méndez Echenique
Biruaca, Apure, Septiembre de 2012


“Era la cólera del cielo que fulminaba rayos contra la Patria”. Simón Bolívar 

(Dávila, Vicente. Investigaciones Históricas. 1955: II, 174).

”…un centauro relampagueante de ardor bélico…”

(Valdivieso Montaño, A, José Tomás Boves. 1955: 13).



     El pronunciamiento del Llano por el movimiento independentista contra el Imperio Español comienza en Venezuela por la Provincia de Barinas, en cuya capital, la ciudad de Barinas, el cabildo levanta la respectiva Acta de Adhesión a la Junta Suprema de Caracas, el día 5 de Mayo de 1810. Apure, que para ese momento formaba parte de esta entidad político – territorial, lo va a hacer casi de inmediato, conducido por el Comandante de la plaza de San Fernando, Coronel de Ingenieros Pedro Aldao, caraqueño y no español peninsular como señalan algunos historiadores.

     
 Al primer Congreso Nacional de Venezuela, que se instala en Caracas, el 02 de Marzo de 1811, va a enviar Apure tres diputados: los presbíteros Ramón Ignacio Méndez, por Guasdualito, y Juan Nepomuceno Quintana, por Achaguas, más el Doctor Cristóbal Hurtado de Mendoza, por San Fernando, quien al pasar a integrar el Triunvirato Ejecutivo y convertirse en el Primer Presidente de Venezuela, es reemplazado por el español peninsular José de Sata y Bussy como representante. El lapso conocido en nuestra historia como Primera República (1811 – 1812) es de relativa tranquilidad en los Llanos, pues los acontecimientos patrios de relevancia suceden lejos de estas tierras.

   
  La reacción armada realista contra la Independencia, encabezada por Domingo Monteverde, se va a sentir en Apure es solo a finales de 1812, cuando San Fernando es tomado a sangre y fuego por tropas venidas de Guayana. Luego, a comienzos de 1813, esta plaza va a ser ocupada por José Yañez, que la convierte en su cuartel general; de aquí van a partir sus incursiones hacia el Alto Apure, Barinas y Portuguesa. Así, este jefe realista participa en la persecución y captura del “Diablo” Antonio Nicolás Briceño, en las cercanías de Guasdualito, y lo remite a Barinas, donde es juzgado y condenado a muerte, siendo ajusticiado el mismo día que Bolívar, El Libertador, firmaba en Trujillo el “Decreto de Guerra a Muerte” (15 de Junio de 1813).

   
Al ser derrotado y muerto el tristemente famoso Yañez, va a ser reemplazado en la ocupación de San Fernando por el coronel realista Sebastián de la Calzada, hasta 1818, cuando es reconquistada la ciudad por los patriotas al mando del General Páez, que a los pocos meses vuelve a poder de los realistas, al caer en manos del “Pacificador” Pablo Morillo. Allí convalece Morales en 1820 de una herida recibida en combate.

     
San Fernando va a volver a manos  patriotas  después de la segunda batalla de Carabobo (1821). Las heroicas hazañas del Centauro en Apure (Mata de la Miel, Mantecal, El Yagual, Achaguas, Mucuritas, Paso del Diamante y Queseras del Medio, entre otras) tienen como escenario el territorio apureño, pero lejos de San Fernando. Simón Bolívar va a visitar esta ciudad en 1818 (del 29 de Abril al 24 de Mayo), convaleciente de algunos trastornos de salud, pero no volverá más nunca a poner sus pies en la misma.

     
Apure es escenario de numerosos hechos relevantes, entre ellos la campaña de liberación de Nueva Granada, que fue decidida en una asamblea de guerra, con llaneros venidos de los cuatro puntos cardinales,  en la aldea de Setenta, cerca de Mantecal, el 23 de Mayo de 1819 (fecha nuestra para conmemorar el “Día del Llanero”); y, también, es de tomar en cuenta que los aportes logísticos y la decidida participación de la gente de Apure  en Carabobo fue clave para el triunfo republicano.

      
Como es de observar, la figura de Boves no perturbó de ninguna manera la paz apureña, aun cuando no hubiese sido extraño que visitase a San Fernando, debido a su cercanía a Guayabal, cuartel general de las tropas boveras (apenas a 12 kilómetros de distancia); pero si circuló un corrido, atribuido al patriota calaboceño Gil Antonio Parpacén (1814), que en una parte de su texto alude a su presencia en Apure, y que he tenido el atrevimiento de tomar de una ponencia que presentó Don Felipe Hernández, Cronista de Valle de la Pascua, en el  XI Congreso Nacional de Historia Regional y Local, realizado en San Juan de los Morros en Noviembre de 2011, con patrocinio de la Universidad Rómulo Gallegos (Aportes históricos sobre el pronunciamientos de los cabildos y los pueblos del Guárico a favor de la causa patriota”); la misma dice:

                II



Boves huyó del cantón 
 del pueblo de Guasdualito, 
se vino hacia Palmarito 
corriendo sin ton ni son. 
En la fugaz retirada 
doscientos mató el asturiano 
y donde quiera un osario 
dejó su temible espada. 
Yo quisiera preguntar 
por las muertes que estoy viendo. 
Si doscientos mató huyendo 
¿Cuántos mató al atacar?



Ahora, aludiendo al Guárico, encontramos que esta región, desde la época colonial española
pertenecía a la Provincia de Caracas, hasta la quinta década del siglo XIX, en tiempos de la República Oligárquica de Páez. Durante este período en su suelo y en sus llanos se escenificaron permanentes combates, siendo uno de sus principales protagonistas el “calaboceño por adopción” José Tomás Boves.
       
Nos informa Don Felipe que los primeros pronunciamientos por la independencia se produjeron en las poblaciones de Calabozo y Chaguaramas: “A escasos días de la firma de la Declaración de Independencia en Caracas, el 5 de julio de 1811, el Cabildo de la Villa de Todos los Santos de Calabozo procedió de forma idéntica [a Caracas]…” Luego viene la guerra, con sus desastrosas consecuencias.

      
Boves, que inicialmente fue partidario de la independencia; pero acusado injustamente  en Calabozo de conspirar contra la República por un fiscal que quería quedarse con sus bienes, siendo vilipendiado, apaleado y encarcelado, juró vengarse de la afrenta, y así cuando Antoñanza lo libera se incorpora a su ejército.

     
 El intelectual venezolano Lovera de Sola, al analizar la obra literaria de Francisco Herrera Luque, y especialmente la novela “Boves, el Urogallo”, nos da una excelente semblanza del personaje:



     “Al trazar el perfil de Boves refiere el novelista la ausencia del padre en su vida, muerto cuando el hijo era un niño de cinco años y la siempre presencia de la madre a quien Boves reverenció, protegió y sostuvo, ella recibió una pensión del Rey una vez muerto él en Úrica.

     Siempre deseó Boves, nos dice el narrador, haber tenido un padre “afectuoso y fuerte, sabio y protector”(p.166), ¿sería esta la razón del afecto que sintió por Eusebio Antoñazas (c1770-1813)?, el iniciador de la Guerra a Muerte, con quien se encontró en Calabozo, después del 21 de Mayo de 1812, este pudo ser el padre que nunca tuvo. Aquel era un monstruo, como lo sería él, había cometido ya entonces, cuando se toparon durante la guerra numerosas atrocidades. En este sentido más figura paterna puede haber sido el padre José Ambrosio Llamozas (17??-1837), capellán de su ejército, quizá al único que escuchó, aunque en verdad tampoco le hizo caso.

     Llegó Boves a Venezuela, oficial de la marina española, muy joven, a los quince años. Vivió en Puerto Cabello, estuvo preso por delitos de contrabando y luego fue confinado a los llanos. Allí comenzó a prosperar como comerciante. Por ello leemos: “Entre tanto, los negocios del asturiano seguían prosperando…El antiguo presidiario se había convertido en una especie de cónsul ad-honorem de la república independiente de Guayabal… Por eso, cuando llegaron los acontecimientos que pusieron fin al gobierno español en la provincia, José Tomás Boves era sin duda, el hombre más importante de los llanos orientales si su compadre Pedro Zaraza (1775-1825), llamado Taita Cordillera, no le hubiese tomado la delantera”.

     Declarada la Independencia Boves se sumó a los patriotas. Fue rechazado por los Mantuanos, fue hecho preso. Quizá, supone Herrera Luque con buen sentido, fue el castigo con azotes que le mandaron a dar los mantuano fueron los que desataron la insania que había contenida en él...

     Es desde el momento de la humillación que se reveló el asesino vesánico, el resentido, el hombre lleno de odios. De allí la serie de reflexiones que suscita en el lector de Boves, el Urogallo la ferocidad de sus acciones.

Boves llega a pensar, recordando las observaciones de su Capellán: “La aristocracia de la sangre, le ha dicho el padre Llamozas, somete a duras penas a los que triunfan por su propio esfuerzo. Si no pueden destruirlos los incorporan a su seno y los ponen a su servicio. Tu todavía eres un pichón de caudillo; tratan de destruirte, por consiguiente…Cuando los destruyas tú a ellos habrás hecho la revolución… ¿Representaba él una revolución?. Cuando veía a sus negros y zambos bailar en rededor suyo, se sentía cómodo entre ellos, pero no parte de ellos. Tenía por sus hombres la espléndida complacencia del criador ante la bestia bella. Hay hombres que se quedan entre las bestias sin que quiera decir que se les ha igualado, tan solo se han apartado de sus semejantes…¿Son semejantes los criollos y los otros blancos de Calabozo? Boves no atinaba a responderse. Tan solo pensaba, con obsesión dolorosa, en la traición de Vicente Berroterán”...


Berroterán era un personaje de ficción creado por el psiquiatra escritor.

     “Tal la convulsión interna que vivía que se preguntaba: “José Tomás Boves era español., ¿era por eso que se sentía incapaz de traicionar? Pero, a la su vez, se preguntaba: ¿Soy español?...Apenas tenía 15 años cuando salió de Gijón en aquella fragata”. Pero la guerra lo transforma, hace aflorar lo más negro que hay dentro de él, “Hace cinco meses que salió de la ciudad que tantas penas y venturas le ha deparado. El tiempo y la guerra lo han cambiado. Ahora ni el mismo se reconoce. Se ha tornado feral y despiadado. No hace prisioneros”. “Boves… a los 31 años tiene la edad indefinida de los caudillos”, ya está con él, aquel 1813, Francisco Tomas Morales (c1781-1845), un hombre tan tortuoso como él…”

    
 La guerra de liberación está en pleno apogeo y es así como los pueblos del Guárico no escaparon a la cuchilla goda y la insaciable sed de sangre de Boves; al respecto su capellán, el presbítero calaboceño José Ambrosio Llamozas expone crudamente la realidad: “…en los campos de batalla y en los pueblos pacíficos se cometieron por su orden horrores de los que hay pocos ejemplares…”. En Calabozo, Boves se había incorporado con Antoñanzas al ejército de Monteverde.

      
“Cuando Boves se reveló como “cruel e inhumano”, al decir de [Regente José Francisco] Heredia, fue en Julio de 1812 en la toma de San Juan de los Morros, con Antoñanzas y Zuazola…” (Valdivieso Montaño, 1955: 167).

    
 En enero de 1813, al ser nombrado Antoñanzas gobernador militar de Cumaná,  Boves fue designado Comandante General de Calabozo, mereciendo elogiosos comentarios sobre su capacidad de liderazgo: “Aquel tremendo caudillo realista, cruel e inhumano, poseía condiciones militares, bravura, sobriedad y desinterés, pues murió pobre” (Ramón Armando Rodríguez, 1957: 107).

      
Años más tarde, al Morillo hablar de la catadura de los llaneros de Páez, que antes habían seguido a Boves, expresa su pésima opinión sobre los mismos: “Los rebeldes de Apure y del Arauca, gente feroz y perezosa, que aun en los tiempos de paz han errado en caravanas por la inmensa extensión de las llanuras, robando y saqueando los hatos y las poblaciones inmediatas, han  encontrado en la guerra una ocasión muy favorable  para vivir conforme a sus deseos e inclinaciones” (Vallenilla Lanz, 1983: 67).



“El Comandante General Bobes (sic) desde el principio de la campaña manifestó el sistema que se había propuesto y del cual jamás se separó: fundábase en la destrucción de todos los blancos, conservando, contemplando y halagando a las demás castas como resulta de los hechos siguientes: En el Guayabal poco después de la batalla de Mosquiteros declaró la muerte a todos los blancos y los ejecutó constantemente hasta el pueblo de San Mateo. Por consecuencia de esta resolución hizo matar en Calabozo 87 blancos que pudo aprender…”



    
El texto de este famoso documento, conocido históricamente  como “Bando de Guayabal” es bastante explícito; incluso hay quien lo ha presentado como un vago antecedente de  reforma agraria en Venezuela, previo a los decretos del Libertador sobre distribución de Haberes Militares para los llaneros de Apure. Juan Uslar Pietri nos ofrece una versión modernizada del mismo (1972: 98 – 99) :



     “Don José Tomás Boves, Comandante en Jefe del Ejército de Barcelona, etc.

Por la presente doy comisión al capitán José Rufino Torrealba para que pueda reunir cuanta gente sea útil para el servicio, y puesto a la cabeza de ellos pueda perseguir a todo traidor y castigarlo con el último suplicio; en la inteligencia que sólo un creo (sic) se le dará para que encomiende su alma al Creador, previendo que los intereses que se recojan de estos traidores serán repartidos entre los soldados que defiendan la justa y santa causa, y el mérito a que cada individuo se haga acreedor será recomendado al señor Comandante General de la Provincia. Y pido y encargo a los comandantes de las tropas del Rey le auxilien  en todo lo que sea necesario.

     Cuartel General del Guayabal, Noviembre 1° de 1813.

José Tomás Boves”

 Boves hace despertar los verdaderos sentimientos del pueblo, reprimidos por tanto tiempo, en contra de sus opresores mantuanos. De aquí que Juan Uslar Pietri (Ob. Cit.) exponga que: “La rebelión popular en Venezuela en 1814 no fue un simple acontecimiento local, natural en la lucha. Sino el suceso social de más envergadura que registra la historia de la emancipación americana [...] Aquellas insurreccionadas montoneras que iban saqueando y matando blancos, cometiendo sacrilegios en las iglesias, ensangrentando altares, no podían ser jamás realistas, ni representantes del orden y la religión [...] era [...] para satisfacer sus odios de clase, para realizar la libertad social que anhelaban”.

     
 Vallenilla Lanz, citando una carta de Morales a Morillo, en 1816, donde este trata de explicarle el liderazgo de Boves, le comenta: “Tuvo la fortuna D. José Tomás Boves de penetrar los sentimientos de  éstos [llaneros] y adquirir un predominio sobre ellos, por aquella simpatía, o, como suele decirse,  por un no sé qué, que suele sobresalir en las acciones de un hombre y hacerle dueño de sus semejantes… Los soldados lo adoraban y le temían, y entraban en las acciones con la confianza de que su valor y denuedo había de sacarlos victoriosos” (1983: 58). “Boves  fue, sencillamente un llanero, tan llanero como si hubiese nacido en el Guárico o el Apure, pues es bien sabido “la facilidad con que el hombre se adapta a la vida nómade, cuyo atractivo es mayor para las naturalezas inferiores” (Ob.cit.: 56).

     
 Su fama fue tanta que quedó sembrada en la mente del pueblo y así se encuentran algunos topónimos relacionados con su nombre:

  

1-      El “Cerro de Boves”, en Las Mercedes, Guárico. Es una pequeña colina de menos de 300 de altitud sobre el nivel del mar, donde Boves hizo ajusticiar a varios prisioneros patriotas.



2-      La “Casa de Boves”, en Villa de Cura, Aragua, donde se alojaba cuando regresaba de sus correrías. Hoy está en ruinas. Raro que en Calabozo, tan apegados a la tradición, no exista una reliquia parecida.



Así mismo existen varias leyendas relacionadas con su persona :